¿Por qué sucede esto?

Conectarnos virtualmente requiere más concentración que una conversación cara a cara, ya que implicamos signos no verbales como expresiones a través de nuestra cara, el tono e intención de nuestra voz, el lenguaje corporal, lo cual requiere un procesamiento diferente que consume mucha energía.

El silencio que se produce en las videollamadas provoca cierta ansiedad e incomodidad respecto a la funcionalidad de la tecnología empleada; incluso puede llegar a percibirse distraído o serio quien permanece callado por pocos segundos.

Además, sentimos un poco de presión al estar siendo observados a través de la cámara, por eso estamos atentos a cómo nos vemos y actuamos a través de la pantalla.

No nos olvidemos que todo lo que usualmente hacíamos en diferentes espacios ahora están reducidos a nuestro hogar, lo cual puede provocar sentimientos negativos o de vulnerabilidad emocional.

¿Cómo reducir esta fatiga?

Evaluar si la temática en cuestión necesariamente debe ser abordada a través de una videoconferencia: muchas veces resultan efectivos los archivos compartidos con notas claras para evitar la sobrecarga de información.

Si es posible, proponer apagar la cámara en caso de que sea prescindible su uso y colocarla de costado para contribuir a la concentración y disminuir el agotamiento que provoca estar siendo observados.

Es fundamental tomarnos un tiempo para hacer un checkeo emocional de como estamos antes de enfocarnos en las temáticas de trabajo, con el fin de conectarnos con el equipo, trabajar en la confianza y aumentar nuestro compromiso.

En reuniones largas, tomarnos unos breves momentos para estirar, tomar algo o ir al baño en orden de delimitar transiciones entre diferentes temáticas y lograr distendernos al finalizar la llamada.

Fuente: https://www.bbc.com/worklife/article/20200421-why-zoom-video-chats-are-so-exhausting